En la última mitad de la década del 70 las luchas por el respeto y la aceptación de las minorías estaba en su apogeo. La música disco fue la banda de sonido de esos reclamos. Minorías étnicas, sexuales, religiosas, políticas, artísticas, todas estaban reclamando el respeto que merecían y a veces escaseaba. Lo mismo un burro que un gran profesor, los gays, los hetero, los trasvestidos, negros, blancos, orientales, ricos, pobres, latinos, altos, bajos, gordos y flacos, en la discoteca todos estaban en la mism a, como en una especie de ceremonia hedonista, las personas una vez que cruzaban la puerta de entrada escuchaban lo mismo, bailaban lo mismo, tomaban los mismo, se drogaban con las mismas drogas y usaban los mismos baños. Madrid ya había despertado de la pesadilla franquista y comenzaba a construirse la Ruta del Bacalao , rutina nocturna que consistía en recorrer la mayor cantidad de bares que fuera posible hasta que se hiciera de día. Se dormía hasta la noche siguiente y otra